De Vasco Nuñez a Las Calesas: ¿Por qué se llama así la cuesta más famosa de Cádiz?

Seguro que más de una vez, como la mitad de los gaditanos, has maldecido la cuesta de Las Calesas cuando la estabas subiendo. Sobre todo en días como hoy, en los que para colmo, las temperaturas no acompañan.

La cuesta de Las Calesas tiene su origen en el derrumbamiento del baluarte de los negros que, situado frente al Palacio de Congresos, continuaba la muralla.

Deberemos irnos al 1 de julio de 1913 para ver como dicha cuesta se bautiza con el nombre de Vasco Nuñez de Balboa, un homenaje a un militar y conquistador español que moría decapitado en 1.517.

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Una curiosísima imagen de las Cuestas de las Calesas aun sin la fábrica de tabacos, hoy Palacio de Congresos.  Podemos estar hablando de 1880 aproximadamente.

¿Por qué se llama «Cuesta de Las Calesas»? Para responder a esa pregunta, debemos explicar el significado de la palabra calesa, que no es más que un carruaje de dos ruedas con la caja abierta por delante y la capota de vaqueta. El paso de estos carruajes por aquella que te llevaba al centro de la ciudad debió ser intenso, tanto para que finalmente se le quedase ese nombre: cuesta de las calesas, por la cantidad de ellas se pasaban por allí.

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Sin carril bici ni nada por el estilo, estos trajeados señores se disponían a circular por la Cuesta de las Calesas.

Con el paso del tiempo y un tráfico cada vez mayor, en la década de los 50 se decide ampliar la carretera de ocho a diez metros. Por cierto, una obra que lleva a cabo «Manuel Ocaña Panduro» y que nos deja una molesta anécdota ya que pocos peones eran gaditanos. La mayoría de ellos vinieron de Extremadura.

@ManoloDevesa

2 comentarios sobre “De Vasco Nuñez a Las Calesas: ¿Por qué se llama así la cuesta más famosa de Cádiz?

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  1. La definición que haces de calesa, más la foto con la que ilustras el artículo, se presta más a una tartana que a una calesa. La cual, es un carruaje de dos o cuatro ruedas con un pescante delantero reservado para el conductor, por dentro con dos o cuatro asientos «cara a cara» de madera cubierto por capota de vaqueta, abierto por delante y resguardado parcialmente de la intemperie por detrás.
    Es decir, el coche de caballos que veíamos en Cádiz de toda la vida.

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